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Un reloj y una corbata: las pistas que alertaron a la familia del joven asesinado hace 41 años al lado de la casa de Cerati

El día de su desaparición, el 26 de julio de 1984, Diego Fernández Lima vestía un jean y campera azul y calzaba botas marrones. Llevaba puesta una corbata azul, parte de su uniforme escolar en la escuela técnica, y, en una de sus manos, su inseparable reloj-calculadora Casio CA-90.

Esos elementos terminaron siendo las pistas clave que permitieron comenzar a develar un misterio que ya lleva 41 años: el adolescente al que sus compañeros en las inferiores de fútbol de Excursionistas llamaban cariñosamente “el gaita” fue asesinado y enterrado en el fondo de una vivienda del barrio porteño de Coghlan, al lado de la casona donde, a principios de este siglo, vivió el líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati.

“Cuando la noticia del hallazgo de los restos óseos se hizo pública, sobre todo a partir del interés que generó el hecho de que en el lugar había vivido Cerati, a la familia de Diego les llamó la atención que, entre los elementos levantados en la escena, había un reloj-calculadora y una corbata azul. Además, la zona del hallazgo era cerca de donde desapareció el muchacho”, informaron a LA NACION calificados investigadores que participaron de la identificación de los restos óseos hallados el 20 de mayo pasado en los fondos de una propiedad situada en la avenida Congreso al 3700.

Terreno donde se encontraron los restos óseos de Diego Fernández Lima. Congreso 3748 en el barrio de Coghlan

El caso quedó bajo la lupa judicial cuando personal de la Policía de la Ciudad fue alertado de que obreros que trabajaban en una obra en construcción en un lote situado en Congreso 3748 encontraron restos óseos cuando hacían una excavación para fundar cimientos. En ese lugar había un chalet donde, a principios de siglo, había vivido Cerati, que se lo había alquilado a la artista plástica Marina Olmi, hermana del actor Boy Olmi.

La propiedad había sido demolida para la construcción de un edificio. Y en el momento del hallazgo, los albañiles trabajaban sobre la medianera que daba al fondo del inmueble situado en Congreso 3742.

Arqueología de un crimen

Tras el hallazgo de los huesos se inició una investigación que quedó a cargo del fiscal Martín López Perrando, que, dadas las particularidades del caso –se trataba de un cuerpo que, evidentemente, llevaba muchos años enterrado, lo que requería de métodos especiales de análisis–, convocó a especialistas del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Ellos fueron los encargados de la “intervención arqueológica” en la escena donde aparecieron los restos óseos, el 29 de mayo pasado,

Diego Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció

“Fuimos convocados por la fiscalía de López Perrando para realizar una ‘intervención arqueológica’ para aportar una mirada y una interpretación del contexto en que el que se produjo el hallazgo. Ingresamos por avenida Congreso 3748, donde se encuentra el obrador. El lugar del hallazgo fue en la medianera con la propiedad de avenida Congreso 3742. No se trataba de una medianera de concreto, era una medianera ‘verde’, un ligustro frondoso. Buscamos indicios para determinar la fosa original donde fue enterrado el cuerpo”, explicó a LA NACION la directora para la Argentina del EAAF, Mariela Fumagalli.

La mayoría de los 150 fragmentos óseos fueron levantados por peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM) de la Policía de la Ciudad, que trabajó en la escena el día del hallazgo de los huesos.

Los especialistas del EAAF recolectaron una serie de “elementos asociados” (una etiqueta de una prenda que podía corresponder a una campera o pantalón de jean marca UFO, una media y cuero que podría haber sido parte de un par de botas). El personal de la Policía de la Ciudad ya había secuestrado el reloj y la corbata azul.

A partir de la “lectura y limpieza arqueológica”, los peritos del EAAF estimaron que el foso donde fue enterrado Fernández Lima tenía 60 centímetros de profundidad, 1,20 metros de largo y aproximadamente 60 centímetros de ancho, explicó Fumagalli.

Los volantes que repartía la familia durante la búsqueda de Diego

“La evidencia nos permitió inferir que el foso está situado en el lote de avenida Congreso 3742. Que el hallazgo se haya producido en el lote de al lado, sumado al hecho de que en esa casa vivió Cerati, fue un factor clave para la difusión del caso y una señal de alarma para la familia de Diego, porque seguían la información que salía en los medios de comunicación y todo les hacía ‘ruido’”, explicó la directora para la Argentina del EAAF.

Los peritos del EAAF estuvieron a cargo de hacer un perfil biológico de los fragmentos óseos hallados en el jardín de Coghlan. Se trata de un estudio que permite determinar el sexo, la edad estimada en el momento de la muerte, la estatura y posibles lesiones que presentaba el cuerpo, entre otras cuestiones.

“Nosotros no establecemos causas de muerte. Sí describimos lesiones. En este caso vimos una lesión cortopunzante a la altura de la cuarta costilla derecha y lesiones en miembros inferiores y superiores con, posiblemente, otro tipo de arma que probablemente se puede asociar a un intento de manipulación del cuerpo”, sostuvo Fumagalli. Para el fiscal López Perrando hubo un intento de desmembramiento del cuerpo.

Terreno donde se encontraron los restos óseos de Diego Fernández Lima. Congreso 3748 en el barrio de Coghlan

Las conclusiones del perfil biológico fueron entregados al representante del Ministerio Público. Después se tomaron muestras óseas para intentar obtener un perfil genético, estudio que se realizó en el Laboratorio Genética Forense del EAAF en Córdoba.

“Nuestro objetivo era identificar los restos. Teníamos perfil genético, pero no teníamos una muestra indubitada para comparar. Había que buscar familias que tuvieran familiares desaparecidos. Podíamos tener el mejor perfil genético, pero si no teníamos con qué comparar, eso no nos serviría de nada”, agregó la especialista.

Misterio de Coghlan. Mariela Fumagalli en el terreno donde encontraron el cuerpo

La hora de la revelación

De pronto hubo un giro en el caso: la familia de Diego se comunicó con la fiscalía de López Perrando y con el Equipo Argentino de Antropología Forense. A partir de la información que se publicaba en la prensa relativa a los huesos hallados en la casa de al lado de la que había alquilado Cerati hace un cuarto de siglo, las primeras sospechas de los Fernández Lima se convirtieron en señales de alarma.

“El dato que a la familia le llamó la atención fue el reloj porque él usaba uno de características similares. También, la corbata. Y sobre todo el rango etario que habíamos estimado a partir del análisis inicial de los restos óseos. Si la familia no se hubiese comunicado iba a ser casi imposible llegar a una identificación positiva”, explicó Fumagalli a LA NACION.

Entonces se le tomó una muestra de sangre a la madre de Diego, Bernabella Lima, que hoy tiene 87 años. Hubo “match”.

“Es una noticia triste, sin duda, pero es una certeza para la familia. La familia de Diego quiere saber qué pasó. Fueron 41 años de búsqueda. Diego no pudo volver a su casa, pasó algo en el medio”, sostuvo Fumagalli.

Bajo sospecha quedó un hombre que hoy tiene 56 años y que hace cuatro décadas era compañero de escuela de Fernández Lima. Su madre aún vive en la casa donde fue enterrado el cuerpo.

El hermano de Diego, Javier, dijo, en declaraciones a distintos medios de prensa, que se trata de Cristian Graf, a quien le decían “Jirafa” en la secundaria. Según pudo saber LA NACION, está vivo. En el actual estadio de la investigación, según fuentes de la pesquisa, podría ser llamado a comparecer ante la Justicia, aunque eso no implica, necesariamente, que pueda ser responsabilizado penalmente por el hecho, eventualmente. El paso del tiempo es inexorable a nivel judicial: técnicamente, el homicidio está prescripto. Pero no está dicha la última palabra.

El día de su desaparición, el 26 de julio de 1984, Diego Fernández Lima vestía un jean y campera azul y calzaba botas marrones. Llevaba puesta una corbata azul, parte de su uniforme escolar en la escuela técnica, y, en una de sus manos, su inseparable reloj-calculadora Casio CA-90.

Esos elementos terminaron siendo las pistas clave que permitieron comenzar a develar un misterio que ya lleva 41 años: el adolescente al que sus compañeros en las inferiores de fútbol de Excursionistas llamaban cariñosamente “el gaita” fue asesinado y enterrado en el fondo de una vivienda del barrio porteño de Coghlan, al lado de la casona donde, a principios de este siglo, vivió el líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati.

“Cuando la noticia del hallazgo de los restos óseos se hizo pública, sobre todo a partir del interés que generó el hecho de que en el lugar había vivido Cerati, a la familia de Diego les llamó la atención que, entre los elementos levantados en la escena, había un reloj-calculadora y una corbata azul. Además, la zona del hallazgo era cerca de donde desapareció el muchacho”, informaron a LA NACION calificados investigadores que participaron de la identificación de los restos óseos hallados el 20 de mayo pasado en los fondos de una propiedad situada en la avenida Congreso al 3700.

Terreno donde se encontraron los restos óseos de Diego Fernández Lima. Congreso 3748 en el barrio de Coghlan

El caso quedó bajo la lupa judicial cuando personal de la Policía de la Ciudad fue alertado de que obreros que trabajaban en una obra en construcción en un lote situado en Congreso 3748 encontraron restos óseos cuando hacían una excavación para fundar cimientos. En ese lugar había un chalet donde, a principios de siglo, había vivido Cerati, que se lo había alquilado a la artista plástica Marina Olmi, hermana del actor Boy Olmi.

La propiedad había sido demolida para la construcción de un edificio. Y en el momento del hallazgo, los albañiles trabajaban sobre la medianera que daba al fondo del inmueble situado en Congreso 3742.

Arqueología de un crimen

Tras el hallazgo de los huesos se inició una investigación que quedó a cargo del fiscal Martín López Perrando, que, dadas las particularidades del caso –se trataba de un cuerpo que, evidentemente, llevaba muchos años enterrado, lo que requería de métodos especiales de análisis–, convocó a especialistas del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Ellos fueron los encargados de la “intervención arqueológica” en la escena donde aparecieron los restos óseos, el 29 de mayo pasado,

Diego Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció

“Fuimos convocados por la fiscalía de López Perrando para realizar una ‘intervención arqueológica’ para aportar una mirada y una interpretación del contexto en que el que se produjo el hallazgo. Ingresamos por avenida Congreso 3748, donde se encuentra el obrador. El lugar del hallazgo fue en la medianera con la propiedad de avenida Congreso 3742. No se trataba de una medianera de concreto, era una medianera ‘verde’, un ligustro frondoso. Buscamos indicios para determinar la fosa original donde fue enterrado el cuerpo”, explicó a LA NACION la directora para la Argentina del EAAF, Mariela Fumagalli.

La mayoría de los 150 fragmentos óseos fueron levantados por peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM) de la Policía de la Ciudad, que trabajó en la escena el día del hallazgo de los huesos.

Los especialistas del EAAF recolectaron una serie de “elementos asociados” (una etiqueta de una prenda que podía corresponder a una campera o pantalón de jean marca UFO, una media y cuero que podría haber sido parte de un par de botas). El personal de la Policía de la Ciudad ya había secuestrado el reloj y la corbata azul.

A partir de la “lectura y limpieza arqueológica”, los peritos del EAAF estimaron que el foso donde fue enterrado Fernández Lima tenía 60 centímetros de profundidad, 1,20 metros de largo y aproximadamente 60 centímetros de ancho, explicó Fumagalli.

Los volantes que repartía la familia durante la búsqueda de Diego

“La evidencia nos permitió inferir que el foso está situado en el lote de avenida Congreso 3742. Que el hallazgo se haya producido en el lote de al lado, sumado al hecho de que en esa casa vivió Cerati, fue un factor clave para la difusión del caso y una señal de alarma para la familia de Diego, porque seguían la información que salía en los medios de comunicación y todo les hacía ‘ruido’”, explicó la directora para la Argentina del EAAF.

Los peritos del EAAF estuvieron a cargo de hacer un perfil biológico de los fragmentos óseos hallados en el jardín de Coghlan. Se trata de un estudio que permite determinar el sexo, la edad estimada en el momento de la muerte, la estatura y posibles lesiones que presentaba el cuerpo, entre otras cuestiones.

“Nosotros no establecemos causas de muerte. Sí describimos lesiones. En este caso vimos una lesión cortopunzante a la altura de la cuarta costilla derecha y lesiones en miembros inferiores y superiores con, posiblemente, otro tipo de arma que probablemente se puede asociar a un intento de manipulación del cuerpo”, sostuvo Fumagalli. Para el fiscal López Perrando hubo un intento de desmembramiento del cuerpo.

Terreno donde se encontraron los restos óseos de Diego Fernández Lima. Congreso 3748 en el barrio de Coghlan

Las conclusiones del perfil biológico fueron entregados al representante del Ministerio Público. Después se tomaron muestras óseas para intentar obtener un perfil genético, estudio que se realizó en el Laboratorio Genética Forense del EAAF en Córdoba.

“Nuestro objetivo era identificar los restos. Teníamos perfil genético, pero no teníamos una muestra indubitada para comparar. Había que buscar familias que tuvieran familiares desaparecidos. Podíamos tener el mejor perfil genético, pero si no teníamos con qué comparar, eso no nos serviría de nada”, agregó la especialista.

Misterio de Coghlan. Mariela Fumagalli en el terreno donde encontraron el cuerpo

La hora de la revelación

De pronto hubo un giro en el caso: la familia de Diego se comunicó con la fiscalía de López Perrando y con el Equipo Argentino de Antropología Forense. A partir de la información que se publicaba en la prensa relativa a los huesos hallados en la casa de al lado de la que había alquilado Cerati hace un cuarto de siglo, las primeras sospechas de los Fernández Lima se convirtieron en señales de alarma.

“El dato que a la familia le llamó la atención fue el reloj porque él usaba uno de características similares. También, la corbata. Y sobre todo el rango etario que habíamos estimado a partir del análisis inicial de los restos óseos. Si la familia no se hubiese comunicado iba a ser casi imposible llegar a una identificación positiva”, explicó Fumagalli a LA NACION.

Entonces se le tomó una muestra de sangre a la madre de Diego, Bernabella Lima, que hoy tiene 87 años. Hubo “match”.

“Es una noticia triste, sin duda, pero es una certeza para la familia. La familia de Diego quiere saber qué pasó. Fueron 41 años de búsqueda. Diego no pudo volver a su casa, pasó algo en el medio”, sostuvo Fumagalli.

Bajo sospecha quedó un hombre que hoy tiene 56 años y que hace cuatro décadas era compañero de escuela de Fernández Lima. Su madre aún vive en la casa donde fue enterrado el cuerpo.

El hermano de Diego, Javier, dijo, en declaraciones a distintos medios de prensa, que se trata de Cristian Graf, a quien le decían “Jirafa” en la secundaria. Según pudo saber LA NACION, está vivo. En el actual estadio de la investigación, según fuentes de la pesquisa, podría ser llamado a comparecer ante la Justicia, aunque eso no implica, necesariamente, que pueda ser responsabilizado penalmente por el hecho, eventualmente. El paso del tiempo es inexorable a nivel judicial: técnicamente, el homicidio está prescripto. Pero no está dicha la última palabra.

 Diego Fernández Lima tenía 16 años cuando fue visto por última vez, el 26 de julio de 1984  LA NACION

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